Son numerosas las ocasiones en las que tengo que polemizar con mis colegas de profesión sobre los prismas posturales o prismas activos. Lo más triste es que la mayor parte de las polémicas se producen por desconocimiento de mis compañeros sobre la utilidad de los mismos. Somos pocos los que conocemos los pormenores de la técnica, desgraciadamente, y eso que no faltan lugares donde encontrar la información sin necesidad de gastar ni un solo céntimo en cursillos.
Otra parte de la aprensión a estos prismas, es la obligación de tener que trabajar en colaboración subordinado a otro profesional. Los prismas activos no son una herramienta a utilizar aislada, sino que se prescriben para una persona con un problema postural, por lo que el paciente va a venir derivado por un posturólogo, que bien puede ser un podólogo, un fisioterapeuta, un osteópata, un traumatólogo,... Ese profesional es la auténtica estrella en ese trabajo y nuestro trabajo es muy concreto, saber que prismas aplicar y que graduación poner en las gafas del paciente, siempre supervisados por el profesional que ha confiado en nosotros. Ese profesional posiblemente prescribirá unas plantillas, reeducará la postura y motricidad del paciente, y posiblemente derivará al mismo al odontólogo si fuese necesario.
Una parte de compañeros, desconocedores de la técnica, se creen que es una terapia de profesionales no reconocidos, y no es así. No es una terapia alternativa. Es una técnica utilizada en la práctica hospitalaria, tanto en Francia como en Portugal. La fuente inicial para el conocimiento pormenorizado de la técnica han sido todo tipo de publicaciones de oftalmólogos portugueses y franceses, en revistas científicas de prestigio internacional, además de la experiencia práctica en una consulta pionera en abrazar esta técnica. Los podólogos y fisioterapeutas la conocen y algunos la practican como especialidad.
A los compañeros que deseen introducirse en los prismas activos, yo les aconsejaría de principio que se adentrasen en la optometría funcional, que conociesen a fondo la optometría del desarrollo, para poder entender el fundamento teórico. La práctica de tratar pacientes con problemas de binocularización es fundamental. No es que sea imprescindible, pero sí un profesional no tiene práctica en tratar pacientes con todo tipo de problemas binoculares, sin lugar a dudas entrará con miedo e inseguridad en esta práctica. Desde esa base, la siguiente fase sería estudiar las publicaciones que traten el tema y conseguir trabajar en una consulta donde trabajen este tipo de casos, y una vez adquirida la debida experiencia poder incorporar la técnica al gabinete de optometría previa adquisición del material necesario para la misma y poder dar un servicio correcto a los profesionales de la posturología próximos y a sus pacientes. El sinoptóforo de Clarke con sus test apropiados para el caso, las gafas con prismas premontados son indispensables, condición indispensable para el ejercicio profesional.
A día de hoy es una responsabilidad que se nos pueda colar un paciente, susceptible de ser tratado por estas terapias, y que lo abordemos solo desde la óptica optométrica. Si no somos capaces de detectar los síntomas y signos de un paciente con un SDP, no le sabremos dirigir al profesional más adecuado para tratar su problema y simplemente paliaremos de manera parcial sus problemas. Conocimiento y derivación.
Apostemos o no por este campo profesional estamos obligados a aceptar las reglas del juego completamente, y eso significa que debemos ser pro-activos en la solución de los problemas del paciente de manera holística. Tenemos el deber como profesionales de explicar a los pacientes todas las alternativas, siempre, y por lo tanto, también en estos casos. Es decir, si un paciente entra en nuestra consulta a hacerse unas gafas y tiene síntomas y signos de un Síndrome de Deficiencia Postural deberíamos ser capaces de hacer un screening y remitir a los pacientes con los Síntomas y Signos de este síndrome al profesional correspondiente antes de dispensar cualquier gafa. Si tenemos capacidad , medios y experiencia se puede elaborar un informe para el posturólogo, y consensuar con él la parte del tratamiento que al optometrista y óptico corresponde, teniendo el posturólogo siempre la última palabra. Si no nos es posible encargarnos del caso, es fundamental enviar al paciente al posturólogo, y ya tratarán con un optometrista especializado en este campo que realice las pruebas de visión.
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